LA MIGRACIÓN REQUIERE ELABORAR EL DUELO. Por Auxi Scarano

agosto 10, 2022

Por Auxi Scarano, Psicólogo Clínico y Psicoanalista @scaranosky

La migración aunque sea un proceso voluntario, planificado y privilegiado siempre es un cambio y un proceso que implica pérdidas que van a poner en marcha todos los mecanismos de duelo.

La migración es una imposición que atraviesa la vida de un individuo y su familia, lo acompañen o no en la misma.

El recorrido del proceso migratorio se inicia apenas la persona se lo plantea alrededor de un montón de dudas, preguntas, incertidumbres, evaluaciones sobre las posibilidades, recursos, renuncias y temores que implica.

Hay diferentes tipos de migración, según el motivo, el momento de vida, si se emigra solo o acompañado, si se tiene trabajo o documentos para estar legal en el nuevo lugar o no. Y se viven según la personalidad y las circunstancias de las personas. Es como la huella de los dedos, cada quien tiene un proceso personal e individual.

La migración siempre es una ruptura. La continuidad de la vida deja de serlo y aparece la confrontación con las nuevas realidades en el hilo de la vida. Te desvinculas de mucho para vincularte con nuevas experiencias. Siempre habrá una distancia entre la migración imaginada y la migración real, y normalmente se pasa de la idealización de lo nuevo a aceptar lo que es en realidad. De manera que migrar pasa por etapas. Inicialmente la llamada luna de miel, más corta o más larga, apenas emigras se tiene la vivencia de estar en un lugar que nos resolverá todo lo que el propio lugar no ofreció. aparecen los inevitables obstáculos para insertarnos en el nuevo lugar, las “reglas de juego, para funcionar y se construye, en el tiempo, tu nueva vida.

Las pérdidas por la migración son múltiples, pierdes la patria, representante de lo materno protector, ser expulsado, excluido, sacado, duele, genera vivencia de desamparo. Pierdes pertenencia, identidad, círculo laboral, social y familiar. Pierdes tus rutinas, lo conocido, tu lenguaje, tu forma de proceder en la cotidianidad. De forma tal que el llamado Duelo migratorio es el proceso de elaboración de dichas pérdidas, lo que implica aceptación, quitar cargas emocionales a lo conocido para colocarlas a lo nuevo, tolerar el desapego, aprender nuevas maneras, adaptarse y admitir una nueva forma de vivir.

La migración inevitablemente generará intensas ansiedades. Lo desconocido siempre nos coloca en alertas. Si la migración va acompañada de un piso económico es más fácil. Pero los migrantes suelen ser personas que toman la decisión justamente por no contar con capacidades para sostener económicamente la vida, de manera que los primeros años de la migración van cargada de una angustia cotidiana que incide en el dormir, en los hábitos alimenticios, en las relaciones interpersonales desfavorablemente, al menos que se esté muy atento de las emociones. La migración se acompaña de “bajones” emocionales o “guayabo migratorio”, una expresión venezolana para hablar de la nostalgia y de lo que se extraña. Dura como una virosis y de nuevo se retoma la vida.

Si se instala la tristeza y el duelo normal se vuelve patológico, será necesario recurrir a la ayuda psicológica o psiquiátrica. Lo importante es cuidar la salud mental y para superar el duelo, hay que ponerle palabras a lo que se siente , por lo que estar acompañado en un espacio terapéutico resulta favorable.

Es importante admitir que a veces en la migración se mezclan otros duelos de la vida, tendiendo a justificar muchas veces toda tristeza con el proceso migratorio. De manera que hay que aprender a discriminarlo.

En ocasiones aparece una tendencia a la irritabilidad, queja constante del nuevo lugar, comparaciones repetitivas de lo mejor en el país de origen, el uso indiscriminado de las redes sociales del país del que se ha venido, y son estos síntomas depresivos o la expresión de que no se ha transitado bien el proceso normal de duelo. En ocasiones la vivencia migratoria es tan traumática que requerirá atención psicológica. La migración en pandemia recargó la experiencia, resultando mucho más exigentes, confundiendo o profundizando el duelo.

Elaborar el duelo en forma sana, requiere tolerar pasos hacia adelante y pasos hacia atrás, progreso y regresiones. Hablarlo, ser escuchados, ser contenidos, repetir de nuevo hasta lograr la renuncia, resignificar lo dejado, el sentido de la decisión y valorar el privilegio admitiendo lo bueno de lo nuevo.

Al elaborar el duelo, migrar se transforma en una experiencia que vitaliza, que saca tus mejores recursos, te hace mejor persona, que brinda oportunidades, que amplía el horizonte de vida y ofrece dignidad.

Refuerzas el acto valiente de haber migrado y construyes una nueva vida como quien tiene una nueva oportunidad. Cuando ello no es así, toca repensar migrar de la depresión a la aceptación, al aprendizaje o replantearse el proyecto de quedarse o devolverse, lo cual puede ser una decisión sensata si se está pasando demasiado trabajo.

Migrar es una experiencia de reconstrucción del sí mismo y del sentido de la vida, que será revisitado y replanteado cada tanto. Es una apuesta a una vida mejor, digna y suele ser en el tiempo la confirmación de un logro.

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