Franceska Troconis y su esposo Willkenson Rincón perdieron el miedo (y la vergüenza) y se arriesgaron: hoy llevan adelante un emprendimiento con sabor a tradición: Chicha la maracucha. Ya cuentan con dos carritos en los que venden la sabrosa bebida. Además incorporaron un nuevo producto: cepihelados
Franceska Troconis se arriesgó y ganó. Lo hizo y lo hace, de manera permanente, con una deliciosa fórmula que ya es distintiva de su emprendimiento: Chicha la maracucha (@chichalamaracucha.cl)
En Venezuela, Troconis trabajó por 10 años en una empresa de telefonía como ejecutiva de ventas. «Nunca hice chicha en Venezuela. Aprendí aquí», cuenta a Crónicas de Chile la nacida en el estado Zulia hace 28 años.
Llegó a Chile en febrero de 2019 junto con su esposo Willkenson Rincón, de 35 años, y su hijo de 7 años. Consiguieron trabajo a la semana. Él en un resto bar como seguridad y ella vendiendo cremas y perfumes, primero y luego en una pizzería. «Pasamos por muchas cosas. Ni nos veíamos. Trabajábamos en horarios contrarios. No nos rendía el dinero«, recuerda.
Hoy cuentan con dos carritos y preparan hasta 100 litros de chicha. Además incorporaron un nuevo producto: cepihelados. Y este es su mensaje para los migrantes venezolanos: «No es fácil empezar de cero y con poco, pero si te lo propones, sí se puede. Nuestra meta es llegar a tener un local con el favor de Dios».
Por: El pitazo
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