Carlos Carrasco: Debemos construir comunidad en garantía de la integración

junio 14, 2022

El periodista y activista por los Derechos Humanos residenciado en Chile menciona algunos retos para la población migrante venezolana en este país y Latinoamérica, así como la oportunidad para garantizar nuestros derechos en las ciudades de acogida.

Para Carlos Carrasco, consultor de organismo internacionales, Latinoamérica se encuentra en un punto de inflexión frente a dos eventos que aceleraron el proceso migratorio en la región: la pandemia del COVID-19 y la Guerra de Rusia contra Ucrania.

Un escenario palpable

Carrasco, profesional venezolano, egresado de la Universidad Católica Andrés Bello, asegura que estos eventos hicieron susceptibles a los venezolanos a la inflación y la devaluación de la moneda en sus países de origen y de destino, hecho que empeoró su situación y sus posibilidades de surgir y apoyar económicamente a sus familias.

“Ahora, cuando vemos lo que sucede en Ucrania, con una movilización de más de tres millones de personas hacia Europa para el mes de mayo, comienzan a colapsar los mismos entes que hacen un intento por reducir los estragos de la crisis migratoria que vive Latinoamérica, específicamente la migración venezolana”, explica.

El consultor considera que en 2022 se presenta un escenario que presiona el financiamiento para atender de manera global la migración de todas las nacionalidades; panorama que califica como complicado si la economía no se recupera mientras el conflicto continúe en Europa.

Migrantes en Santiago

La situación para los migrantes en Chile pasó de “fácil a difícil” en los últimos cuatro años. En 2019 Chile impuso visa consular para todas las personas de nacionalidad venezolana, un acto administrativo que pudiese considerarse en detrimento de los Derechos Humanos de los migrantes.

“Hay que entender que Chile se plantea como una especie de destino final para cientos, miles de personas que salen de Venezuela. Esto no es un tránsito directo o sencillo. Muchos de los que vienen a Chile, pasan una etapa que puede durar entre uno y tres años en los que se ahorra en países como Colombia, Ecuador y Perú antes de viajar a Chile”, afirma Carrasco.

El periodista recuerda cómo incrementó el número de muertes de migrantes que intentaron ingresar a Chile por pasos no habilitados, a medida que este país y también Perú comenzaron a tener mayor control en sus fronteras. “Lo que terminan pasando es el tránsito por caminos no habilitados desde Bolivia para ingresar a chile. Hay que entender que se debe pasar por un desierto, el Altiplano boliviano, en un contexto muy duro, de mucho frío, donde hay muy pocos pueblos y a veces la travesía puede ser mortal”, asevera.

Carrasco explica que las instituciones chilenas se vieron sobrepasadas en recursos económicos y humanos para atender la migración venezolana, situación que comenzó a formar parte de la agenda política doméstica del país y en la que comenzó a gestarse el imaginario de un presunto debilitamiento institucional al apoyar un espectro político u otro del fenómeno migratorio, pues en función de este imaginario se señalaba al migrante venezolano en dos escenarios: migrantes que huían de una emergencia humanitaria a causa de un régimen autoritario o migrantes que huían a causa de una crisis económica promovida por el bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos a este país.

“Esas conversaciones se fueron esparciendo en los sectores políticos y la sociedad chilena y esto hizo que el costo de seguir con una política de puertas abiertas a la población venezolana fuese más alto. Ya no era solo un tema de política exterior frente a la crisis, sino también un tema de política interior”, recuerda.

Hacia dónde vamos

Carrasco asegura que existen oportunidades de llegar a ciertos acuerdos en la región a propósito de la IX Cumbre de las Américas, cuyos esfuerzos deben dirigirse hacia un fenómeno de personas en constante movimiento con el fin de procurar un mejor sustento para sí mismos y sus familias.

Para el joven venezolano es importante crear espacios en los que se pueda escuchar a organizaciones de la sociedad civil que trabajen o se encuentren lideradas por personas migrantes con el fin de que se establezca una política regional que atienda no solo la diáspora venezolana sino también otras crisis migratorias como la de personas en Haití o Centroamérica. 

También considera que debe haber una jornada extraordinaria de regularización en Chile, como ocurrió en el primer gobierno del presidente Sebastián Piñera, cuando en 2018 había apenas doscientos mil migrantes venezolanos en el país. Cuatro años después, el periodista afirma que existen alrededor de un millón doscientos mil migrantes venezolanos en el país, según cifras del Instituto Nacional de Estadística de Chile.

“Las personas que ingresaron en los últimos años a Chile no tienen registros. Estas personas con un carnet de identidad podrían tener acceso a un trabajo formal, pagar impuestos, y eso beneficia a todas las partes. En primer lugar, el proceso de regularización extraordinario, y en segundo lugar, una estrategia de integración socioeconómica donde se pueda aprovechar el recurso humano de la población migrante venezolana”, asegura.

Carlos Carrasco recomienda a los venezolanos, que intentan lograr un futuro promisorio en el exterior, construir comunidad con otras personas en situaciones similares, con miembros activos de la sociedad civil y sectores que deseen hacer un bien donde residen; no solo para apoyar a sus familiares que permanecen en Venezuela, sino también para exigir respeto a sus derechos fundamentales, como por ejemplo hacer frente a la xenofobia, en los países de acogida.

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