Nathalie Quintero, de Venezuela a la Luna

junio 15, 2022

Por mucha ciencia ficción que parezca, esta historia es muy real. La de una venezolana que trabaja en una de las misiones más importantes de la NASA en este siglo: el regreso de la humanidad a la Luna y la futura expedición a Marte. Nathalie Quintero es parte de la nueva generación de exploradores del espacio y será testigo, desde la primera fila del programa Artemis, de los preparativos para llevar en un futuro muy cercano a la primera mujer a pisar donde ningún ser humano ha estado antes: el Polo Sur de la Luna

Por Rosmina Suárez Piña. Fotos cortesía Nathalie Quintero | HISTORIAS QUE LATEN

“El legado de Apolo es el futuro de la NASA”

— NASA Artemis Program

De niña, en Venezuela, le encantaban los aviones, y de grande ya quería trabajar para las grandes compañías de aeronáutica.

Pero una investigación para Virgin Galactic y un proyecto de microgravedad en el Centro Espacial Johnson, en Estados Unidos, fueron “las señales” que la acercaron a la carrera y la industria donde ejerce actualmente: la ingeniería aeroespacial.

Su madre, una ingeniera industrial oriunda de El Salvador, y su padre, un piloto naval venezolano retirado, fueron testigos (por televisión) del alunizaje del Apolo 11 en 1969 y siempre la alentaron en el estudio de las ciencias.

Y ese empuje dio resultados. Ahora Nathalie Quintero trabaja en el proyecto Space Launch System (SLS) de la NASA, el cohete más grande cuya misión es regresar a la Luna e ir a Marte.

A sus 28 años, ella es la huella venezolana del programa Artemis, que pretende llevar a la primera mujer a pisar nuestro satélite y mucho más allá, contribuyendo en la nueva era de los vuelos espaciales.

Un vision board a la Luna

Nathalie nació el 8 de diciembre de 1993 en Caracas, Venezuela. Allí creció entre dos pasiones: los aviones y la ingeniería. Pero pronto descubrió la opción de carrera que iba con ella, al buscar oportunidades luego de culminar su bachillerato en el Colegio Las Cumbres.

—Cuando yo era chiquita, me gustaban los aviones, no les tenía miedo, y además tenía la influencia de mi papá que era piloto. Eso de cierta manera me llevó a la carrera que estudié. Y cuando llegué de Venezuela a Estados Unidos, lo más familiarizado con lo que yo estaba era la industria de los aviones —recuerda Nathalie.

En 2011 llegó a la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, un campus residencial en Daytona, Florida, importante en carreras de artes, ciencias, aviación, negocios e ingeniería relacionados con la industria aeronáutica.

Antes de egresar de la institución estadounidense, tuvo la oportunidad de hacer pasantías en The Boeing Company, una de las compañías más importantes de la industria aeronáutica y una de las aliadas de la NASA en el programa Artemis.

—En el 2011, la compañía donde trabajo (Boeing) era reconocida en la aeronáutica y los compañeros de estudio deseaban, igual que yo, trabajar para estas grandes empresas que hacen los aviones. Pero recuerdo que mi primer acercamiento a la parte espacial fue en ese año, cuando me tocó hacer una investigación sobre lo que era Virgin Galactic. Me acuerdo de que fue mi primera vez investigando sobre eso, un avión que a la vez era una nave espacial a la que iban a implementar una tecnología llamada “feathered flight”, o un vuelo de pluma, que se lanza como un cohete y va aterrizando poco a poco, como si fuera una pluma que cae por la fuerza de gravedad.

Así fue como pasó de la aeronáutica a lo aeroespacial.

Después de eso, Nathalie estuvo involucrada en un proyecto de investigación sobre la microgravedad, entre la Universidad Embry-Riddle y la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, para entender los efectos de las largas estancias espaciales en la córnea humana por medio del “Vomit Comet”, un avión de microgravedad simulada del Johnson Space Center de la NASA.

—El avión sube y baja en varias parábolas. Básicamente, en cada parábola que sube y cuando va en picada, ahí es donde la gente se eleva y por unos 18 segundos en cada parábola, tú sientes que está flotando. Yo sentí como si estuviera en una piscina, pero no hay agua a tu alrededor. Y eso me despertó una emoción por lo que estaba estudiando, y más aún por la industria del espacio.

En 2015, Nathalie obtuvo su licenciatura en Ingeniería aeroespacial de la Embry-Riddle y, en 2019, una maestría en Ingeniería de sistemas de la Universidad de Cornell.

Gracias al networking, en 2016 su perfil llegó a las manos indicadas y, luego de las pasantías, comenzó a trabajar oficialmente a tiempo completo como ingeniera de sistemas en The Boeing Company, para el proyecto SLS de la NASA.

—¿Y cómo es que llegas al Kennedy Space Center a trabajar en el cohete que irá a la Luna?

—Estoy en el proyecto desde 2015, que hice pasantías. Antes de unirme al SLS, busqué varias oportunidades porque quería trabajar en un proyecto relacionado con el espacio y en un clima más caliente, pero no había tantas oportunidades disponibles al momento. Seguí insistiendo, hasta que por fin me entrevistaron y me dieron la oferta: “¿Quieres hacer pasantías en el Kennedy Space Center?” y yo dije: “¡Claro que sí!”. Tengo diez años en Florida desde que migré de Venezuela para acá y es lo más parecido a lo que sería el calor de uno en el Caribe. Kennedy Space Center es uno de los centros de la NASA más grandes, primero; y, segundo, es de los más históricos, porque ahí es donde se han lanzado todas las misiones a la Luna.

Aunque todo se fue armando como un rompecabezas, pieza por pieza, la NASA siempre estuvo en el horizonte de Nathalie: tenía un vision board de dónde quería llegar y allí estaba el nombre de la agencia estadounidense y el de Boeing.

—Lo fui visualizando. Recuerdo que tenía en mi vision board, mucho antes de ingresar, a NASA y Boeing. Es muy loco cuando miras al pasado y dices: “bueno, todo lo que está ahí lo he cumplido”. Me dijeron que era un proyecto en el Kennedy Space Center y yo dije que sí sin pensarlo, siendo estudiante.

Artemis, con nombre y huellas de mujer

En la mitología griega, Artemis (o Artemisa, en español) es la hermana gemela de Apolo y la diosa de la Luna, la caza y los animales salvajes.

Para la NASA, ella personifica el regreso al satélite terrestre junto a “una nueva ola” de cargas científicas y demostraciones de tecnología en la superficie lunar, lo que significa la continuación del programa Apolo, que logró su primer alunizaje el 20 de julio de 1969.

Pero Artemis tiene dos objetivos muy ambiciosos, en comparación con Apolo: llevar a la primera mujer a pisar la Luna y, al mismo tiempo, pisar donde ningún ser humano ha estado antes: el Polo Sur de la Luna.

El siguiente paso de Artemis será usar lo aprendido en la Luna para dar “el próximo gran salto”: enviar los primeros astronautas al planeta Marte, una meta que tiene la NASA junto a socios comerciales e internacionales para establecer la presencia humano-robótica en el espacio.

¿Cómo llegarán a la Luna otra vez? Con el cohete Space Launch System (SLS), el mismo donde trabaja Nathalie y que llevará consigo la cápsula de Orión con los futuros exploradores a bordo.

Sin embargo, antes de un nuevo alunizaje, habrá dos misiones alrededor de la Luna para probar los sistemas de exploración del espacio profundo: Artemis I será el primer vuelo sin tripulación para probar el funcionamiento del SLS junto a Orión; Artemis II, la primera prueba de vuelo del SLS y Orión con tripulación antes de Artemis III, pisar suelo lunar.

En el programa Artemis, el papel de las mujeres ha sido clave en el desarrollo del regreso a la Luna. Además de Nathalie, hay muchas mujeres trabajando arduamente en cada parte de la misión.

Nathalie Quintero y colegas junto a la ingeniera en computación Charlie Blackwell-Thompson en 2018.

Una muestra de ese rol clave de las mujeres en Artemis está representada por la ingeniera en computación Charlie Blackwell-Thompson, quien fue elegida como directora de lanzamiento de la misión Artemis I, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar un cargo de ese rango.

Al mismo tiempo, desde la NASA, ya se consideran varias candidatas para ser la primera mujer en la Luna: Christina Koch y Jessica Meir, las primeras astronautas en realizar una caminata espacial exclusivamente femenina en 2019; Anne McClain, Stephanie Wilson, Kate Rubbins, Jessica Watkins y Nicole Mann.

Todas entrenando con el fin de volver a la Luna para aprender, entre diversos objetivos, a cómo vivir en otros planetas en beneficio de la humanidad.

En el programa Apolo, la conquista lunar tuvo sello venezolano gracias a los doctores Héctor Rojas, matemático que contribuyó con cálculos para el sitio idóneo del alunizaje; y Humberto Fernández-Morán, científico que realizó el estudio físico-químico de las rocas traídas por los astronautas por medio de su gran creación, el bisturí de diamante.

Ahora, en Artemis, Nathalie acerca a Venezuela al hito de volver a la Luna e ir a Marte y más allá.

¡El cohete está afuera!

Nathalie, quien fue la primera latina galardonada como Ingeniera del Año del Florida Space Coast Operations (FSCO) de Boeing en 2021, ha sido testigo del paso a paso del cohete SLS, desde los primeros modelos en 3D hasta lo que es hoy: un cohete armado en la espera de más pruebas para hacerlo despegar en su primera misión.

Así apareció a la vista de todos, por primera vez, el 17 de marzo de 2022, en la Plataforma de Lanzamiento 39B del Centro Espacial Kennedy, apilado e integrado, junto a Orión, la nave interplanetaria que servirá de apoyo a los astronautas en la futura exploración lunar y marciana.

Era el roll out previo al Wet Dress Rehearsal, la prueba crucial antes del primer lanzamiento para que el equipo practique la carga de propulsión y revise minuciosamente los sistemas del cohete, expuestos a la criogenia.

El rol de Nathalie consiste en supervisar y liderar al equipo de operaciones del Core Stage 1, pieza central del cohete SLS. En este rol, también lidera las integraciones de pruebas, representando al elemento del Core Stage e integrando las disciplinas de propulsión y aviónica, como parte de las operaciones previas al lanzamiento del cohete.

Tras dos años de pandemia por COVID-19 y la puesta en pausa de todas las operaciones, ver el vehículo que devolverá a la humanidad a la Luna era casi impensable. Pero ya estaba allí.

—Empezaron a retraer las plataformas y se empezó a ver más claro el cohete. Esa fue una de las fotos que publiqué en mis redes sociales y fue como que ¡wow, ahí está! No lo podía creer. En el día a día del trabajo, uno tiene sus momentos bonitos y sus momentos no tan bonitos. Pero luego uno se da un momento de reflexión y cuando lo ves, piensas que todo ese esfuerzo, sudor y lágrimas que se han tenido que hacer valen la pena.

Cuando el cohete de Artemis salió rumbo a la plataforma de lanzamiento, Nathalie no estaba sola. Sus padres estaban con ella admirando el cohete, y agradeciendo cada esfuerzo que la ha llevado hasta donde está.

—Ver a Artemis, porque para mí es una mujer, yendo poquito a poco a la plataforma de lanzamiento fue súper emocionante porque además, pude compartir ese momento con mis papás. Muchas de las cosas que yo soy es gracias a ellos, sobre todo las oportunidades. Me han apoyado desde que estaba en Venezuela, desde que llegué acá; me ayudaron con préstamos para poder estudiar o becas y todo ese tipo de cosas. Llegar ahí y ver el producto de siete años de trabajo es súper cool.

Para Nathalie nunca hubo impedimentos que frenaran su vocación, ya que sus padres siempre la alentaron a no mirar las ciencias como algo que no era para mujeres y así, tuvo un ejemplo de superación en los estudios.

—Mi mamá es migrante. Migró desde El Salvador a Venezuela en los años 70, a la misma edad en la que yo emigré a los Estados Unidos. Ella adoptó a Venezuela como su país y es 100 % venezolana. En esa época, no había muchas mujeres estudiando ingeniería, pero siempre le gustó y nunca lo vió como impedimento.

Volviendo al cohete: tras varios intentos de ensayo fallidos, la NASA decidió transportar el SLS de vuelta al Edificio de Ensamblaje de Vehículos (VAB, en inglés), con el fin de reparar los problemas que han retrasado la prueba de carga de combustible o Wet Dress Rehearsal.

Recientemente, repararon la válvula de la etapa superior y la fuga que se encontró en el último intento. Actualmente, la NASA planea volver a intentar hacer el Wet Dress Rehearsal en el mes de junio. Si bien podría estar listo para una nueva prueba de vuelo este mismo año, la misión Artemis I, se retrasaría hasta que la carga de combustibles sea exitosa.

En palabras de Nathalie, “el equipo va con constancia hasta lograrlo”.

STEM for Aerospace

Nathalie también tiene un lado creativo y artístico, como bailar flamenco. De hecho, cuando era pequeña, recibía de regalo pinturas y muchos artículos de papelería, algo que actualmente le hace considerar que las artes deben vincularse con las carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).

Esa vinculación STEM-Artes la demuestra a través de su proyecto bilingüe STEM for Aerospace, dirigido a promover las carreras STEM e inspirar a los jóvenes en la industria aeroespacial.

—Con mi proyecto, me he dado cuenta de que hay bastante gente interesada en Venezuela. Recuerdo que cuando estudiaba en el colegio yo decía que quería trabajar en la NASA y la gente me preguntaba si estaba loca. Pero no, qué va, hay gente que no cree en ti y eso va a suceder. Pero me sorprendí porque actualmente hay más gente interesada en el espacio, y vemos nuevas compañías como SpaceX o Blue Origin invirtiendo en esta industria, lo que ha vuelto asequible y más cercana la exploración.

A través de reels, fotos, videos e infografías, Nathalie muestra sus aventuras científicas en redes sociales, con un lenguaje ameno y muchos cohetes en busca de nuevas misiones espaciales.

La clave: creer en uno mismo

Regresar a la humanidad a la Luna para luego ir a Marte es uno de los objetivos (más esperados) sobre “los hombros” de Artemis I, II y III.

Es decir, el primer lanzamiento exitoso sería ese primer paso de esa nueva era de los vuelos espaciales, como lo describe la NASA: “descubrimientos científicos, beneficios económicos e inspiración para una nueva generación de exploradores: la generación Artemis”.

A Nathalie, como parte de esa generación, le gustaría seguir involucrada a lo largo del Programa Artemis, desde la puesta del lander lunar y la estación lunar Gateway o, a largo plazo, llegar a ser directora de lanzamiento.

—Sí, sería una meta a largo plazo, pues me gusta eso de estar ahí con todos los equipos y todos los expertos. El cohete es tan complejo que hay ingenieros dedicados a una pieza en específico: el ingeniero de motores, el ingeniero de las computadoras de vuelo, el ingeniero de la parte estructural, etcétera. Me parece increíble cómo integras tantas disciplinas en una sola máquina para luego hacerla funcionar bien y que sea exitosa. Así que el rol que voy a tener después del primer lanzamiento (Artemis I) se verá más adelante.

Pero hay una clave para lograr todo lo que Nathalie se ha propuesto y ella, sin titubear, la comparte: creer en uno y ser constante.

—Tengan constancia, sean positivos y no dejen de luchar por sus sueños. Van a haber retos en el camino, como todo, pero siempre hay que creer en uno y el sueño que uno tenga. Mi consejo para las niñas es que no importa si alguien te dice que eso no es para ti, que tú no puedes, que tú vienes de no sé dónde y nadie lo puede lograr; esos solo son ruidos en el camino, porque cuando tienes las metas claras y quieres algo, los caminos se abren para alcanzarlo.

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