Hacia un camino de autodescubrimiento

junio 22, 2022

Milángela Balza, una mujer venezolana dedicada a la comunicación, transita afinando su mirada en la búsqueda de historias de verdad para contar.

Por David Matos

Paz, quietud y liviandad. Estas tres palabras son de suma importancia para la joven comunicadora venezolana, Milángela Balza, quien luego de atravesar un proceso de introspección cuasi terrenal para encontrar un punto de inflexión entre su ser y su quehacer, relata a Hermanos Venezolanos cómo equilibrar su vida personal, sus pasiones y el ejercicio profesional, y sobrevivir en el intento como migrante emprendedora.

Primeras líneas

A los 17 años de edad viajó desde Maracay hacia Caracas para estudiar Comunicación Social, carrera que causó gran interés cuando de niña jugaba a ser Wanda D’Isidoro, presentadora del famoso programa juvenil venezolano El Club de Los Tigritos. Sin embargo, Milángela reemplazó su imaginario de presentar programas frente a las cámaras por hojas de papel, lápices o lapiceros para escribir y desarrollar una mirada aguda, con el fin de reconocer historias cotidianas que pudiesen contarse y ser de gran interés público.  

Considera a la periodista y profesora universitaria Liza López como su mentora y quien despertó su pasión por la escritura y cultivó su técnica de escribir historias verdaderas con recursos de la literatura, la crónica.

Después de un intervalo de tres meses como pasante en el medio digital Primicia 24, Milángela tuvo en 2013 la oportunidad que esperaba y con la que soñaba desde que inició su carrera universitaria: escribir para la Cadena Capriles. “Después de enviar mi currículo dos veces, me llamaron para hacerme la entrevista, recuerdo haber apuntado la dirección de la sede en una factura por una pizza que había comprado en el Centro Comercial El Recreo que está en Chacaíto”, recuerda sonriendo.

Entrevistando en Venezuela (Foto: Angel Dejesús @adjfotografia

La joven comenzó una pasantía en el espacio La Voz del Lector en la Unidad de Participación Ciudadana del diario Últimas Noticias en una sede cercana a la plaza Bolívar en el centro de la ciudad de Caracas, y donde aprendió del oficio durante seis meses, cuando en mayo de 2014 tuvo la oportunidad de cubrir a dos periodistas de la sección Más Vida hasta noviembre de ese mismo año.

“Recuerdo haber llorado cuando culminó mi contrato como periodista en la cadena. Fue una gran experiencia haberme podido sentar y trabajar en la sede de la Redacción Única en el periódico del que siempre quise formar parte”, asegura.

Al poco tiempo de graduarse como Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, Milángela Balza aprovechó el comentario de una amiga acerca de Contrapunto, un medio de información digital que estaba contratando periodistas.

“Para ir a clases debía irme en autobús hacia la Universidad Monteávila, que quedaba en Boleíta, zona sur oriental de Caracas. Ahí comencé a mirar historias que formaban parte de mi recorrido, historias cotidianas, cortas, que tenías mucho significado para mí y que poco a poco comenzaron a gestar en mí la idea de un espacio digital que sirviera como repositorio para estas historias. Así se fue gestando Historias de Verdad”, asegura.

Pongámonos en marcha desde el extranjero

Un brasilero, un cubano y un chino fueron los protagonistas de las tres crónicas que constituyeron el proyecto de grado de Milángela para obtener su título de pre grado como comunicadora social; se trataba de tres extranjeros que viajaron a Venezuela por convenio para hacer vida en el país. Este fue un proyecto de gran satisfacción para la joven periodista que posteriormente sería una migrante en tierras desconocidas.

Balza afirma que luego de ejercer la profesión durante varios años, se cansó se estar frente a la noticia y vio la oportunidad de reinventarse profesionalmente en un curso que el editor, columnista, historiador y periodista español, Miguel Ángel Bastenier, dictaría en Colombia. “Me había postulado y si quedaba seleccionada, necesitaría reunir el dinero para costearlo. Debido a la situación económica de Venezuela no hubiese podido. Fue cuando decidí viajar a Nicaragua. Ese era mi plan”, dice.

El 8 de abril de 2017 emigró de Venezuela rumbo a Centroamérica. 20 días después, Miguel Ángel Bastenier murió a causa de un cáncer de riñón.

“En Nicaragua conseguí empleo como Community Management para una agencia en la que tuve nueve marcas bajo mi responsabilidad, entre ellas una organización que denunciaba el matrimonio infantil. Esto me permitió aprender muchísimo acerca de Marketing Digital”, recuerda.

Después de permanecer tres meses en ese país, la agobiaba la necesidad de escribir y, Yarelys Balza, su hermana siete años mayor, la convidó a pasear por una plaza en la que pudiese encontrar inspiración.  “Con estos paseos continué la idea del proyecto digital “Mis historias de verdad”, que había concebido durante mis viajes en camionetica por Caracas, ese espacio con el que pudiese compartir historias cotidianas y crónicas que me iba encontrando en el camino”, asegura.

Milángela reitera en varias oportunidades que su hermana es un eslabón importante en su experiencia como migrante emprendedora porque la apoyó y sigue apoyando cada vez que necesita, no solo en tomar fotografías para sus historias y compartir gastos, sino también para cualquier consejo u orientación que necesite cuando las dudas abruman su tranquilidad.

“Mi formación en marketing digital durante mi permanencia en Nicaragua me permitió apoyar a mi hermana en su emprendimiento de nutrición deportiva y entrenamiento personal. Fue durante este proceso de participación con mi hermana cuando pensé que también podría aplicar estos conocimientos para desarrollar mi marca personal como periodista narrativa”, explica.

Entrevistando en Nicaragua (Foto: Yarelys Balza)

Gracias a la invitación de una amiga pudo asistir a la conmemoración de la Virgen Inmaculada Concepción; creencia religiosa con la que sentía una gran conexión, luego que su madre encomendara su salud a la virgen cuando Milángela enfermó gravemente de dengue hemorrágico hace varios años. Logró sobrevivir gracias a una transfusión para ver las procesiones, donde conoció a una joven de 17 años obligada a casarse con un hombre de 40, y que la inspiró para escribir la crónica El velo forzado de Amanda, acerca del matrimonio infantil en Nicaragua.

Hacia La Gran Capital del Sur

Una foto que compartió una de sus amigas de un autobús empapado durante un cielo lluvioso de Buenos Aires despertó su interés. “La foto me pareció hermosísima a la par que me generó curiosidad porque los cielos de Buenos Aires se suponen soleados y despejados. Ahí comencé a hacerme la idea de irme hacia el sur”, confiesa.

Luego de obtener su título de posgrado en Periodismo Digital, Milángela pudo viajar a Buenos Aires el 21 de marzo de 2018. Tres días después, encontró el medio Escritura Crónica, y conoció a su directora Agustina Grasso, quien la apoyó con la difusión de algunas historias.  Esto la alentó para hacer nuevamente periodismo.

“Hacía un mes llevaba desarrollando las ideas de mi emprendimiento digital de periodismo narrativo y fue en junio de 2019 cuando el sitio pasó a llamarse formalmente Historias de Verdad”, dice con una voz entrecortada, quizá para disimular un llanto tenue al recordar la experiencia.

 Historias de verdad dando una charla presencial de Marketing para Periodistas en Encuentro Nativa en Buenos Aires, evento de intercambio entre medios nativos digitales (9 de octubre de 2019) (Foto: Yarelys Balza)

Aunque la joven periodista había vendido su crónica del matrimonio infantil al portal digital Historias que laten a principios de ese año, recibía poco financiamiento para su emprendimiento.  Por ende, Milángela desarrolló y dictó cuatro cursos: 1) Taller de marketing para emprendedores, 2) Taller de marketing para periodistas, 3) Taller de escritura y 4) Entrenamiento de periodismo narrativo online. También sumaba a estos proyectos, asesorías personalizadas para personas de cualquier profesión que desearan escribir historias cotidianas.

Hasta 2021 Historias de Verdad formó parte importante de los relatos que alimentaban los motores de búsqueda de quienes buscaron historias de interés público con gran calidad narrativa y digital. Lamentablemente una falla en la rentabilidad del proyecto indujo a que la periodista Milágenla Balza pospusiera su continuidad. Para 2022, el emprendimiento no existe y solo queda el registro de las publicaciones compartidas en la cuenta oficial de Instagram.

“Esta falla en la rentabilidad de mi emprendimiento fue la causa de mi quiebre emocional hace un año. Me sentía aun chiquita, dependiente de mi hermana, y por más que ella me apoyara, no me sentía bien porque necesitaba mi independencia económica, y no veía un futuro claro para mí”, dice.

Esta sensación de frustración se unió al cuestionamiento acerca de continuar o no con el periodismo. “Me encuentro en un momento en el que estoy buscando paz, quietud y liviandad, y estos tres valores no me los ofrece el periodismo en este momento. Debes ser muy riguroso con la información que compartes, buscar el dato preciso, buscar a las personas indicadas que te contesten el teléfono, y luego viene el proceso de recopilación y organización de documentos para después redactarlo y publicarlo”, explica.

Tranquilidad emocional

Después de posponer Historias de Verdad, Milángela pasó por un proceso de introspección, superar creencias limitantes y romper estructuras que, como ella misma asegura, la dan ahora la fortaleza que necesita para ejercer nuevamente la profesión de Community Management bajo ciertos parámetros de inteligencia emocional.

Foto trabajando como community manager (Foto: @anneyoris)

“No sé si haya otras formas de ejercer el periodismo, pero en estos momentos me disfruto el dedicarme a la profesión del community. Puedo mediar las mismas 24 horas que tenemos todos en momentos para trabajar y también para dar un paseo en el parque, tomarme un café, cantar o bailar”, dice.

Afirma sentirse afortunada de pasar por este proceso de autodescubrimiento porque ha aprendido a que no se trata de diferenciar el trabajo de la vida, sino que algo de vida debe tener tu trabajo con el fin de que puedas desempeñarlo, puesto asegura que no somos dicotómicos, sino que ambas partes, la personal y la laboral viven en ti.

Además, considera que una manera terrenal de construirnos desde adentro es reconocer lo que somos, y con ello lo que queremos hacer, para luego ejercerlo, y así obtener un beneficio económico o personal. “El problema con las generaciones hoy día es que primero hacen para obtener algo y luego evalúan si eso va en sintonía de lo que son y desean”, explica.

A diferencia de algunos entrevistados, asegura no saber o no tener claro cuáles son sus planes a futuro, pero asegura que se encargará de mantenerse conectada consigo misma para ser antes que hacer.

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